jueves, abril 21, 2005

Momentito, momentito, ejem...

Esta ocasíon me veré muy "se interrumpe esta transmisión por causas de fuerza mayor". Sí señor, la ocasión verdaderamente lo amerita.
Estimados lectores, ustedes me pedirán la respuesta al pseudoacertijo que en el último post quedó pendiente. Pero ¡oh! resulta que dicha solución puede ¿o debe? esperar. Ya lo verán, en tanto los conmino a expresar su opinión sobre si la omisión es pertinente. Ahora inicio:

8 de la noche. Centro Nacional de las Artes. El personal del canal 23, el canal de las artes, estaba a punto de registrar su hora de salida. El horario laboral había concluido. Un día más. Ring, ring, sonó el teléfono de la oficina de la productora Sara.
---¡Ah no manches! ¿En serio?
---¿Qué onda? ¿Qué pasó?
---Pues que va a haber una presentación del nuevo disco de Café Tacvuba.
Hasta este momento, todo era una oportunidad latente. Mi jefa del servicio social en el CENART compartía su alegría con ésta, su servidora, más no me incluía. Sara vería a Meme, Rubén, Quique y Joselo, en privado. Bueno, no tanto pero algo así.
Corrí a entregar los minideves correspodientes a la videoteca y de regreso...las piernas temblorosas y la boca seca hacían patente mi desasosiego. No sería requerida en acontecimiento de tal calaña.
---Oye Diana que Sara te espera en el Teatro de las Artes
---¡Ah! grrracciiass (ojitos tintineantes)
Llegué trastabillando...
¡Arrete-toi! Stop, Alto. Aquí convienen introducir un breviario cultural que dilucide al lector la razón de la emoción exacerbada. Léase lo siguiente:
Analepsis ----Fue el miercoles 20 de abril. Diana hojeaba La Jornada por la mañana, mientras desayunaba la comida corrida del día anterior: enchiladas rojas con queso y crema cuasipetrificados. De pronto, tras haber tomado los datos correspondientes para el seminario al que tenía planeado acudir, una nota pelculiar hizo su aparición.
El texto avisaba la puesta en venta del nuevo material de los tacvbos con motivo de su XV aniversario "Lo tengo que comprar", Diana pensó.
Aquello no era todo, una vez en el servicio, Diana hizo comentarios sobre la playera de su compañerito del servicio social, cuyo estampado recordaba a los recientes quinceañeros.
---Compañera, ¿fuíste al concierto?
---No, no pude
---¡Uy! de lo que te perdiste. Fin---Analepsis
Al llegar al famosísimo T500 (argot veintitresanesco) una diminuta fila esperaba su entrada. Después de 30 minutos, el público entró al Teatro de las Artes y ahí estaban los tacvbos, quienes movían sus cabezas al compás de "Ojalá que llueva café" y entonaban sentados, justo enfrente de mi, algunas de sus canciones: María, Las flores y demás.
Estará conmigo, mi adorado lector, en la siguiente aseveración:no hay mayor exquisitez que sentirse "hais clas" presumiendo que es una delicia ver el nuevo DVD de estos muchachitos, pero es un verdaro placer haberlo visto con la presencia de éstos.
Pa' no hacer el cuento más largo (¿más?), diré que no me averguenzo de haberme visto como una grupy hecha y derecha. La sencillez de Rubén me atavió de valor para evadir mis prejuicios de serlo e ir y saludarlo (aunque a cierta persona le haya causado conflicto, tú sabes a quíen me refiero). El after fue un cocktelito de vinito tinto y antojitos mexicanos que me hizo caer en una disertación existencialista al recordar aquel capítulo de Kundera:

" Nuestra vida cotidiana es bombardeada por casualidades, más exactamente por encuentros casuales de personas y acontecimientos a los que se llama coincidencias. Co-incidencia significa que dos hechos inesperados ocurrren al mismo tiempo, que se encuentran... El hombre, llevado por su sentido de belleza, convierte un acontecimiento casual (la música de Beethoven, una muerte en la estación) en un motivo que pasa a formar parte de la composición de su vida...es posible echarle en cara al hombre el estar ciego en su vida cotidiana con respecto a tales casualidades y dejar así que su vida pierda la dimensión de la belleza".
La insoportable levedad del ser
Para mi, que ayer la vida fue bella.

martes, abril 19, 2005

Homenaje Post Mortem I

A ver, a ver antes de que un pato se coma mi blog por falta de afluencia y pocos posts de mi parte, permítanme decirles que aquí ando, siempre ansiosa por escribir pero con poco tiempo para hacerlo.
Sí, el trajín cotidiano es demasiado para una "sencillita pero carismática" nenita que busca mantener el contacto con los bloggeros, más reales que virtuales.
En fin, basta de disertaciones y pónganse cómodos para leer la primera parte de una obra de arte (no, no lo que escribiré sino sobre lo que lo haré):

Escuela Nacional de Artes Plásticas. Ciudad de México. Primera clase de dibujo del semestre. Alumnos escépticos y con flojera. Llega el maestro. En silencio se para frente a todos y dice: "El tema de hoy es: la línea".

Saca un marcador negro, lo posa en el pizarrón y comienza a trazar hacia su izquierda una línea recta horizontal. Llega al borde del pizarrón y lo salta. Sigue trazando sobre los ladrillos del muro.
A los alumnos no les sorprende, sino hasta que traza sobre la puerta, y sale del salón. Ellos esperan 10, 20, 30 minutos. El maestro no regresa. Una comisión espontánea sale a buscarlo. Sigue el cordel de tinta por los muros de los salones, las oficinas administrativas, las plantas, la reja amarilla que delimita el plantel.
La línea sale por la puerta y continúa por las paredes exteriores de la escuela y por los edificios adyacentes, hasta llegar a la parada del microbús. Aparentemente, la línea siguió su recorrido hasta perderse en la pared móvil, ahora ausente, del transporte público...

¡Qué elegante eras! ¿Por qué nos dejaste aquel 18 de octubre de 2003? Les conmino, mis adorados lectores, estén atentos al próximo capítulo de este instante que hasta me enchina la piel. Claro, si antes de que yo escriba la continuación, alguno de vosotros sabéis de quién hablo, no dude en hacérmelo saber...

Desde una fuente sin agua

Hoy, alguien me deseó la muerte; y no supe si sentí cómo las palabras se desternillaban de risa de mí. Al pasar a través de mi garganta, sólo una atorada se quedó.He tratado, en vano, desgajarla en tres pedazos. Quiero vivir su efecto tardío, que cala nocturno. Hoy, alguien me deseó la muerte y todavía hoy, no sé cómo pensarlo, cómo permitir su penetración. La falta ideológico oriental impide la reverencia. ¿Quién se atreve a decidir sobre la existencia de la otredad? ¿Quíen es? Hoy, alguien me deseó la muerte. Y a mi, me dolerá unos días, o dos; pero al que decidió mi destino tan próximo, le pesará cuando se cumpla su deseo. Mañana...¡Shhh! Calla, que el viento no cesa de soplar.

Aquí el primer texto que inauguró aquel sitio de Petruchka. Cómo extrañaré su color palo de rosa, pero aún más los comentarios que ustedes mis bienamados lectores tuvieron a bien escribir.

Primera llamada...primera

X Segunda llamada...segunda. Tercera llamada...tercera. Comenzamos. Como quien diice, unos vienen y otros se van, - Petruchka ha muerto pero aquí está --con ustedes-- su mentora.-

Q.E.P.D.